domingo, 4 de abril de 2010

Un hombre pequeño

se acuesta ella primero,
la noche parece aún más fría que tu cerveza
y otra vez te vas a quedar conversando
con tu pálida y desabrida borrachera
sólo

antes,
te dijo ignorante,
te trató de nulo
y sin más
de la plebe enceguecida te hizo socio

antes,
te vio tan pequeño...

tan pequeño...

todavía no estas tan roto
aunque te falten algunos pedazos,
mientras del otro lado de la pared ella se durmió serena

flechas con veneno sutil fueron sus palabras
y vos
sangraste con cada disparo

y si bien una herida de punta afilada
no se quita a fuerza de tragos,
con una copa llena en la mano
puede ocurrir que ya no te importe
pasar descalzo la noche
y cicatrizando…

Jota.

sábado, 3 de abril de 2010

De amor y de putas

y vuelven sus tacos a sonar cuando entran
y vuelve él a abrirle la puerta
y a llenarse los ojos de rush
y brillos y pelo suelto y marrón
a cargar su nariz con perfume barato
y a drogar sus soledades con ese escote siliconado
otra vez

copas, sirvió dos
cigarrillos, fumó cinco
billetes, fueron tres de de 100
orgasmos, tuvo
ella, no contó ninguno

-te amo
le soltó él
antes de abrirle otra vez la puerta

con culpa, se rió ella

-no seas pelotudo y llámame cuando quieras,
hasta ahora siguen siendo 300

Jota.

jueves, 1 de abril de 2010

Acá.

Sí, son días. Sí, son momentos. Sí, son cambios. Sí, son ciclos. Son… son… son… Ellos son, nosotros somos, él es, yo soy. Yo soy…
Como una brisa, una caricia, una gota de agua que cae suavemente sobre la piel y se va deslizando poco a poco, rozando cada poro, intimidánote, haciéndote sentir. Un soplido que suavemente te moviliza. Una sensación desconocida que despierta cada uno de tus sentimientos más ocultos. Claridad, sol, luz… amor. Despacio, por favor, un poco más despacio. Me asusta. Tiemblo.
Él es… sí, el es. La luna, la calma, la paz. Un sueño. Una realidad. Un espacio. Es… es… es… Son… son… son…
Fuerza. Es y es. Son y son. Sin ton ni son. Son. Aunque aterrorice, aunque se estremezcan, aunque tiemblen, aunque se cierren, aunque lo nieguen, aunque se oculten. Son. Juntos. Son. Separados. Son. Punto.
Vuelo. Un piano. Un violín. Una copa de vino. La nada. Todo. Aire. Son… son… son… ¿Dónde? Ahí, ahí, ahí. ¿Ves? No, todavía no ves.
Andáte. Salí. Corré. Desaparecé. Esfumáte. Cobarde.
Negro. Caos. Tiempo. Woooowooowoooo. Cámara lenta. Desesperación, sueño. Se confunden. Se pierden. Se buscan. Se alejan. Imán. Acercáte, por favor, acercáte. Sí, buscáme, miráme a los ojos. Abrazáme. Tiempo. Tiempo. Tiempo. Es… es… es… Sí, es.
Intrusos. Gritos. Intrusos. Pérdida. Intrusos. Mentiras. Intrusos. Bichos. Intrusos. Intrusos. Intrusos. Patrañas. Pataleo. No, no, no. Es… es… es… Sí, es…
Acá. Lo sé. Sí, acá lo sé. Abre tus ojos, busca. Abre, abre, abre. Y tú… cierra, cierra, cierra. Protégete. Cuídate. Ámate. Y tú… abre, abre, abre. Siente. No pasa nada… abre, no temas, abre… Mira, aquí estoy. Sí… mira… eso es… ¿ves? ¿ves? Claro, así… despacio. Muy despacio. ¿sientes? Sí, es!!! Sí… ES! Acá… lo sé acá. ¿ves?
Ojos. Estático. Ojos. Pared. Ojos. Abrazo. Ojos. Lágrima. ¿ves? Son… son… son… ¿Bailamos? No, todavía no. Todavía no. Despacio, por favor, despacio. No temas. Acá, lo sé acá. ¿Volamos? ¿ves? Sí, ves. Vemos. Son… son… son…
Sí, era verdad. Existían muchos árboles. ¿viste? Sí, viste. Escucha… sólo escucha. Es… es… es… Tiempo, tiempo, tiempo. Hoy no. Es… es… es…
Blanco. Azul. Blanco. Luz. Blanco. Paz. Blanco. El mundo. Blanco. Mañana. Es. Lo sé… acá. Acá, acá, acá. ¿ves? ¿sentís? Sí, sentís. ¿viste? Era… era… era.
Vení, mi amor. Vení y volá. Eso es, así, despacio. Eso es… sí, acá estoy. No temas. Vení. ¿ves? Era… era… era. Lo sabía… lo sabía… ACÁ!

Sole Israel

sábado, 27 de marzo de 2010

Bolsos y carteras

ella
busca descifrarme
ambiciona hacerlo todo el tiempo
no quiere perderse nada
y yo
entonces
le muestro mi mejor cara
me muevo con caballerosidad
del ascensor salgo primero
para ser yo quien abra las puertas
así darle a ella el paso
y soy capaz de acarrear
todas sus bolsas y bolsos y carteras
cuando ella viene
y puedo
cocinar para dos
y descorchar un vino de algunos mangos
y encender velas
porque
me gusta ver su cara de mujer
enamorada y campante
porque
ahí es
cuando
alcanzo a notar
en sus ojos
y luego
en todo su rostro
y también cuando dice algo
o cuando se lo calla
eso que a mi va a enamorarme
pero
no podría dejar que pase
no podría ir mas allá
no puedo
no puedo
porque en la casa hay tucas
cuidadosamente escondidas
hay tucas
en rincones
para que ella no vea
para que ella no sepa
porque no tiene que saber
porque no tiene que irse tan rápido
porque así es mejor
porque mientras
yo hago alguna acrobacia
me abriga el saber que ella está ahí sentada
observándolo todo
con esa risa
con esas piernas así cruzadas
mientras debajo de la alfombra
se esconden los vómitos
míos y de otros
motivados por tantas lunas rotas tiradas a la basura
y envases vacíos
y una carrera incompleta
y demasiadas
demasiadas tardes con eso
y nada
nada
nada
que se parezca a ella

Jota.

domingo, 24 de enero de 2010

Limpieza

Comencemos por la palabra definida por el diccionario. LIMPIAR: quitar la suciedad o inmundicia de algo. Quitar imperfecciones o defectos. Hacer que un lugar quede libre de lo que es perjudicial para él. Según mi criterio, estas tres son las que más se acercan a lo que busco. Bien. A limpiar!
Antes que nada hay que tomar la decisión. Pasa un rato desde que lo pensás y pensás hasta que lo comenzás a realizar. No es fácil levantarse del sillón y buscar los artículos de limpieza, la escoba, el cubo. Y ni hablar de la lavandina, que siempre se cae donde no se tiene que caer. Es todo un esfuerzo levantarse. Pero definitivamente, hay que hacerlo. Si no, nos tapa la mugre. Genial, la decisión pasa a ser acción. Empieza la mañana de limpieza.
Primero agua caliente en el cubo. El calor hace que la mugre se desprenda más fácilmente. Algún que otro producto químico que ayude a lo que es el aflojamiento de la suciedad que ya está más que adherida a los lugares. Sobre todo a los rincones. Zócalos, esquinas. Ya estás en plena batalla. Arranco por la cocina… no sé por qué siempre empiezo por la cocina. Despejo todo el mueble, moviendo las cosas de un lugar a otro para pasar el antigrasa por debajo de todos los objetos. Friego, friego, friego. Uf, qué calor, cuánto esfuerzo. Miro el horno con incertidumbre. Siempre me hago un poco la tonta con el horno. Es que tiene mucha mucha grasa. Ahí se cocinan los platos más deliciosos… pero no, hoy lo voy a limpiar. Varillita por varillita. ¡Qué asco! La cocina ya está casi terminada. Una barrida al suelo para quitar pelusas y ala… a pasar la fregona por el suelo. Este es uno de los mejores momentos… ¡Qué rico olor! ¡Qué bien que se siente! Mmmmmmmm, me entusiasmo… es lindo tener la cocina limpia, resplandeciente. Bien, dejo que se seque y paso al living.
Acá lo principal es levantar las sillas, mover los muebles para que no estorben. Paso, una a una, las sillas a otro ambiente de la casa. Ya no hay obstáculos. Retiro el polvo que levita sobre el televisor, sobre los portarretratos. Qué todo caiga! Sí, todo cae al suelo. Blem y franela. Indispensables. Y comienza otra pequeña batalla. A pasar Blem por cada uno de los muebles. Hay un momento que me gusta mucho… apretás el piringundín del Blem para que caiga la sustancia sobre algún mueble y se forma esa mancha blanca y uniforme. Tomás la franela y distribuís “eso” por todo el mueble. Sí, ahora brilla… ¡qué bueno! Siempre me gustó pasar el Blem!!! Y mientras vas limpiando los muebles mirás de lejos las ventanas. Las mirás como con respeto. Los vidrios. Ya no podés hacerte la tonta. Hay que limpiar los vidrios también. Dicen que si los limpiás con papel de diario, no quedan marcas. Qué paradójico. Justamente el papel de diario es uno de los elementos que más suciedad te deja en las manos cuando lo tocás. Sin embargo, para limpiar vidrios va muy bien. Busco un poco de papel de diario, un chorrito de limpia vidrios y ala… ahora sí puede entrar el rayo del sol. Ya no hay ninguna película de polvo que no permita la entrada. El living está listo. Ya huele a flores, también.
Y llega lo peor, lo peor de todo. El baño. Lo mirás de afuera, casi con el mismo desprecio que has mirado antes a los vidrios. Y te llama, con cara triste. El baño te llama y te pide por favor que lo limpies rigurosamente. Sabés que ésta será una de las peores batallas del día. Hay una mezcla de olores poco armoniosa. Y si a eso le agregamos los pelos que andan dando vueltas por todos lados es más que desagradable. Tomás coraje justo justo antes de cruzar la puerta y entrás. Ya estás dentro de ese lugar tan privado e íntimo. El baño es donde descargamos toda la mierda. Literal. Respirás hondo. Este paso es muy importante para continuar. Y así, sin pensarlo demasiado, ya tenés la mano dentro del inodoro, a veces con guantes, otras veces, desnuda. Y dale que te dale, despegando cada partícula. Bien, el inodoro está listo. Pasemos a la bañadera. Mucho mucho material químico. Aleluya al Cif!!! Viva el Cif, gran invento de la humanidad científica!!! Abrís la canilla y te zambullís en el mundo blanco. Bailás al son del agua, cantando y salpicando gotitas de agua para todos lados. Con la esponja de limpieza en la mano vas acariciando cada partecita de ese lugar que tanto conoce de ti, el rincón de la desnudez absoluta. ¿quién no se ha montado películas dentro de la bañadera de su casa? Pero esta es la hora de dejar el habitáculo libre de fantasmas… Ya casi está listo! Todavía estas dentro y ya podés sentir que el baño está resplandeciente. Sólo queda el espejo. Sí, ese que te refleja tal y cual sos. Ese que te enfrenta a tí mismo, ese que te grita que te aceptes, que a pesar de todo, aún podés respirar. Lo limpiás con cuidado, siempre está la superstición de los siete años dando vueltas. Sí, el espejo ya está listo para seguir reflejándote. Salís del baño.
Estás orgullosa de ti misma. Tu casa está limpia. ¡Qué importante es vivir limpio de impurezas innecesarias! ¡Qué bien que se siente, pero que cansada que estás! No importa, el esfuerzo vale la pena. Ahora sí que te gusta vivir ahí adentro. Ahora sí estás lista para invitar a otros a entrar y poder compartir.
Sí señores, vengan a conocer mi casa, ahora huele a flores!

Sole Israel

domingo, 17 de enero de 2010

De cinco a tres

Es que un día se fue
y se olvidó de regresar
obligándose a inventar el olvido
Sin saber que allí volvería a habitar,
una vez más.

Dejando marcas de codos
caminando hacia atrás
Soñando con las cenizas
de tantos cigarros que no fueron

Lamentos encontrados, desparramando
tropezándose entre laberintos y ausencias
Agujeros de lágrimas caídas.

Sole Israel y Jota

Días

Son esos días callados en donde no hay nada que decir porque el silencio que se escucha salir de tu boca es lo más hermoso que se puede oír. Y cerca tuyo hablan todos, no te molesta, los escuchás, pero a la vez, no los estás escuchando. Es como la música del lugar... las voces de todos. Hay voces tristes, alegres, nostálgicas, llenas de felicidad. Miles de voces. Y todas ellas encajan perfectamente en este día. Es el día del silencio. Es que no hay nada que decir. Nada de lo que digas cambiará nada. Escuchás. A veces atento, otras disperso. Pero estás ahí. Y no hablás. Pero estás, sos parte del paisaje, de la naturaleza. Solamente observás. Y te encanta hacerlo. En cada persona, en cada mano, en cada mirada... hay una historia. Y todos ellos te hablan. Por momentos a solas, por otros, juntos. Y sin embargo no estás. Vos no notás tu presencia, y ellos tampoco. Pero si no estuvieras no sería lo mismo. Ellos lo notarían. Vos también. Y pensás en los otros. En todos y cada uno. Los mirás, atentamente, sigilosamente, a escondidas. Y volás más allá. En blanco. Sin recuerdos. Sintiéndote ajeno a cada palabra, a cada sonido. Pero formando parte de todo y de todos. Y ellos comienzan a formar parte de vos. Unos más de cerca, otros desde lejos. Pero son, todos son y vos también sos. Siempre en el mismo estado. Y no hablás. Disimulás. Gol. Volvés por momentos sólo para aparentar que siempre estuviste ahí. Nunca más los vas a volver a ver. Y ellos a vos tampoco. Pero los querés sólo por el hecho de estar existiendo en este momento y formar parte de este lugar. A partir de ahora sus historias van a congeniar, teniendo ya algo vivido en común. Ya nada volverá a ser como antes.

Sole Israel